23.10.13

La mitad de mi vida


Podría ser el título de una película o de una canción, pero no es así. Es, sencillamente, la realidad. Una realidad que hasta caer en ella el otro día –y por pura casualidad- podría haberme pasado totalmente desapercibida. Ya se sabe como es esto: hay cosas que no se ven o no se piensan, porque uno no se fija. Pues con esto, igual.

Fue una casualidad en la que caí, repito, mientras hablaba con Pablo García de los actos del 111 aniversario de la Agrupación Socialista de Laviana. Viendo fotos y más fotos de actos anteriores en cuya organización he colaborado, caí en la cuenta, como no, del paso del tiempo… Y de ahí pasé a la pregunta clave, ¿cuánto llevo yo ya en la familia socialista?

Es fácil. Toca hacer números. Tengo 34 años. Y me afilié a las Juventudes Socialistas con 17, un 21 de junio de 1996. Pero 1996 no fue un año cualquiera, sino un año muy particular para el PSOE. No hay que olvidar que hacía unos escasos meses, en concreto en marzo, el PSOE había perdido, por primera vez en 14 años, las elecciones generales. Justo en ese momento, cuando el PSOE abandonó el Gobierno de España, me afilié yo.

Al pensar en ello me doy cuenta que, muchos de los afectos nacidos entonces, aún se mantienen hoy. En 1995, coincidiendo con las elecciones municipales, mantuve mi primera conversación con dos personas a las que, muchos años después, sigo queriendo  y con las que comparto militancia y cariño: Pablo García, histórico socialista de Laviana y que entonces era Senador y Ana Fernández, que entonces formaba parte del Comité de las Juventudes Socialistas y con la que comencé mi trayectoria en la organización. Aún recuerdo lo que decía mi güelu Tito: “tú guíate siempre por Pablo, el que fue alcalde. Esi ye un hombre ejemplar”

En resumen. De mi vida –y van 34 años- la mitad, justo la mitad, la he vivido formando parte de la familia socialista. Tantas y tantas horas aprendiendo de los mayores de nuestro Partido, hablando de valores, de ideas y de historia. De lealtad al Partido. Tantas y tantas horas entre las familiares paredes de la Casa del Pueblo, compartiendo buenos momentos pero también, apoyándonos unos a otros en los malos. Sin duda, aquel 21 de junio de 1996 cambió mi vida. Y la cambió para siempre. Digo más: la decisión que tomé entonces de afiliarme a las Juventudes Socialistas y unirme a la familia socialista es, sin duda, la mejor de cuantas he tomado en mi vida.

Muchos quizás no entendáis la pasión con la que digo esto, con la que hablo de la familia socialista. Sólo os pido que os pongáis en mi lugar: un joven, en aquel 1996 muy joven, que siente en sus venas la vocación política y que cree, con todas sus fuerzas, que el PSOE, que es mucho más que un Partido, es quién mejor representa su forma de entender la vida y la Política. Un Partido que aúna todo: valores, historia, militancia, esfuerzo, heroísmo, pasión, cambio social y futuro. Una militancia que no me ha impedido, jamás, compartir con el que no piensa como yo o más aún, hacer Política para un espectro social mucho más amplio que el exclusivamente socialista. Un Partido que se abre a una pluralidad de personas y que es bueno que sea así, porque con visiones sectarias de lo que debe ser el PSOE estaríamos fallando al mismo mandato de nuestro fundador Pablo Iglesias.

Y ahora me dirijo a ti, que quizás sientes vocación política, que quizás tienes dudas, que incluso te planteas que el PSOE es la opción política que, por historia, valores y proyecto, mejor te representa… Sé valiente. Da el paso. Ten claro algunas cosas: militar en las Juventudes Socialistas y en el PSOE, es mucho más que formar parte de un Partido, es formar parte de una familia, compartir su historia, ser herederos de una tradición común, de una forma de ser y de actuar. Con todos los errores que se nos quieran achacar –que los hay- también virtudes y heroísmo llenan nuestra historia… Y te digo más: el PSOE sigue siendo un partido necesario para la sociedad. Un partido útil. Y formar parte de esta familia y este proyecto político es, creéme, un honor...

Un honor que yo quiero vivir hasta el final.

30.9.13

cinco años



El 30 de septiembre –es decir, hoy- cumplo años. No, no me refiero a años físicos, ya que nací un 4 de enero, pero sí que cumplo años políticos. El 30 de septiembre de 2008 fui elegido por el Pleno del Ayuntamiento de Laviana nuevo alcalde de Laviana. Asumía la alcaldía tras la renuncia del alcalde anterior, Marcia Barreñada, al que me une el cariño y amistad y al que siempre agradeceré su apoyo –y el de mi partido, el PSOE- a la hora de aceptar este reto.

Cinco años que coinciden con períodos intensos de la vida de nuestro país y también, de la mía propia. En lo personal, porque se han ido personas fundamentales de mi vida –mi güelu Tito - pero también acaban de llegar otras, como mi sobrina Cayetana. En lo político, con una crisis económica sin precedentes que se ha dejado sentir con especial fuerza tanto en nuestro concejo, dónde hay más de mil trescientas personas en paro como en el propio Ayuntamiento, dónde hemos visto descensos drásticos de nuestros ingresos. Crisis económica que es ya una crisis política y social, la más grave desde la reinstauración de la Democracia.

Estos han sido cinco años de cambios. Cambios físicos para Laviana –permitidme que hagamos repaso a algunos de estos cambios: la Casa de Cultura de Pola, la Avenida con el traslado del quiosco de la música, las piscinas al aire libre, la reforma de Fontoria y de la calle Langreo, mejoras en Barredos, con su nuevo parque a la cabeza, las aceras a Tiraña, el Centro Social de Tolivia, reforma integral de unas treinta carreteras de acceso a pueblos, obras de mejora del saneamiento en un buen número de núcleos rurales y muchas más, que hacen imposible seguir con esta enumeración-. Cambios también en lo económico, con una restricción del gasto municipal sin precedentes, con la búsqueda del equilibrio en nuestras cuentas y con una intervención de los Ayuntamientos por parte del Gobierno de España, que nos limita mucho el margen de maniobra. Y cambios también en lo que hacemos, no sólo cambios físicos, sino en la forma de Gobernar, con el uso de las nuevas tecnologías, con la potenciación de la cultura, de la participación ciudadana, de generar red social y trabajo conjunto entre asociaciones y colectivos.

Años de cambios. Muchos cambios. Años de aciertos y de errores. Años de ilusión, mucha ilusión. Este “cumpleaños” me sirve para renovar, una vez más, mi compromiso con Laviana. Son cinco años que he intentado dar lo mejor de mí desde la alcaldía de Laviana, siguiendo la estela que marcaron alcaldes anteriores, lista que arranca con Pablo García, primer alcalde democrático de Laviana y al que yo llamo maestro.

Quiero, como no, agradecer el apoyo que siempre me da la ciudadanía del concejo, apoyo que siento, que palpo, que se traslada en saludos, sonrisas y abrazos. En palabras de ánimo. Pero también quiero pedir perdón, de corazón, por los errores que pude cometer en estos años y por los errores que vendrán. Soy humano y mi humanidad hace que cometa errores, que no siempre acierte en mi labor. Pero siempre que me he dado cuenta de mis errores, he intentado enmendarlos y corregirlos. Porque nada hay más necio que creerse uno mismo que no comete errores. Y tengo que pedir perdón de forma especial a las personas que me acompañan en esta labor, pues ellos son los primeros que tratan de ayudarme a darme cuenta de mis errores y sobre todo, me animan a corregirlos. A los amigos que lo son de verdad y que en los peores momentos me sostienen y me animan a seguir adelante y que hacen que la amistad no sea una palabra hueca o vacía de contenido, sino una de las más importantes de mi vida. Gracias y perdón, son dos palabras que van así indisolublemente unidas.

En resumen, al cumplir cinco años como alcalde quiero renovar, de corazón, mi compromiso con Laviana. Haciendo balance de lo hecho, compartiendo los aciertos, asumiendo los errores y, sobre todo, reiterando la gratitud a este pueblo sin igual que me ha demostrado no una, sino muchas veces, su confianza.

Hoy y siempre hago mío un lema que resume el espíritu que anima el ejercicio de mis funciones como alcalde: Laviana, lo que nos une. Lo creo de corazón, nos une Laviana y mi obligación como alcalde es hacer que esa unión se haga más fuerte y nos lleve a adentrarnos por el camino del mañana.

De corazón, ¡gracias!

1.8.13

su dolor, nuestro dolor...

Por mucho que el bombardeo masivo de información, día sí, día también, haya enfriado nuestra forma de “sentir” el dolor de los demás, no se puede negar que seguimos siendo un pueblo que sufre, que se pone en el lugar del otro y que reacciona con sentimiento ante situaciones que, sencillamente, nos llegan a lo más íntimo.

Una muestra clara de que el dolor de nuestros semejantes sigue siendo nuestro dolor, es lo sucedido con la mayor tragedia ferroviaria en nuestro país en cuarenta años, sucedida en las tierras gallegas, muy cerca de Santiago. Una tragedia con un viaje con destino final para setenta y ocho de nuestros semejantes. Para padres viajando para ver a sus hijos; Hijos a la búsqueda de sus padres. Novios y novias deseosos de compartir abrazos. Abuelos, deseando tener entre sus manos las de sus nietos… Historias personales, historias con nombres propios que, por desgracia, han tenido un final muy distinto del que se imaginaron al subir a aquel tren.

         La reacción de los distintos cuerpos implicados y, como no, la reacción masiva de tantas y tantas personas voluntarias, tantos que saltaron las vallas para dar consuelo,  tantos que han colaborado buscando a personas vivas o heridas o tantas y tantas personas que han dado su sangre pensando en quién más la necesitaba en esos momentos, ha sido ejemplar… Tantas y tantas personas que nos han hecho sentir que, por muchas crisis que vivamos, seguimos siendo una sociedad solidaria, una sociedad que no es inmune al dolor de sus semejantes y que sufre, con su corazón, por los demás.

           Laviana, como todos los pueblos de España, se quedó sin voz al escuchar la magnitud de la tragedia. La concentración de cientos de personas, convocadas con una sola hora de antelación, en plena celebración de nuestro mercado semanal, dejó claro que sentimos como propio su dolor.

         Y yo, viajero habitual en los alvia que me llevan a Madrid, sé que la próxima vez que suba a un tren, tendré un momento especial para pensar en aquellas personas cuya vida terminó cerca de Santiago y también para pensar en sus familias. Para una vez más sentir que su dolor, sigue siendo nuestro dolor y que eso precisamente, compartir el dolor de nuestros semejantes, es lo que nos hace merecedores del calificativo de “seres humanos”.

Artículo publicado en LA CUENCA DEL NALÓN del mes de agosto

11.6.13

gratitud...

Al escribir estas líneas –lo hago entre las familiares paredes del Ayuntamiento- no puedo negar lo evidente: lo rápido que pasa el tiempo. Hace hoy dos años, exactamente dos años, se constituían las corporaciones locales, elegíamos alcalde de Laviana y configurábamos el nuevo Gobierno Local para los próximos años. Lo hacíamos tras unas elecciones, las más difíciles para el PSOE desde la Democracia, que en el caso de Laviana se plasmaron con un buen resultado electoral: mantener nuestros 8 concejales de 17.


El Gobierno Local que nació aquel día ha sido, sin duda, el que se ha enfrentado a la situación más difícil de todo el período democrático. Vivimos el tiempo en que menos dinero tenemos y sin embargo, a consecuencia de la crisis, más necesidades existen. Nunca antes los ayuntamientos se habían visto tan controlados, en cuanto a la capacidad de gasto, por parte del Gobierno de España. Se nos imponen leyes como las de estabilidad presupuestaria y control del déficit público, que ninguna otra corporación, ningún Gobierno Local de Laviana, ha tenido que afrontar.

Y sin embargo, pese a todo ello, no nos hemos rendido. Hemos sido capaces de ajustar nuestras cuentas, cumplir las leyes y corregir lo que era una tendencia histórica del concejo de Laviana: generar remanentes negativos de tesorería. Ello se ha hecho a base de un absoluto control del gasto público, de una política de consolidación fiscal así como acudir al plan de pago a proveedores. Pero evidentemente, este control de las cuentas ha significado gastar menos y los grandes perjudicados han sido los vecinos. Por ello, les pedimos disculpas. Pero tienen que entender que, sino cumplimos la Ley, la supervivencia del concejo de Laviana estaría en peligro.

En estos dos años y pese a esa reducción drástica de nuestra capacidad de gasto, hemos realizado avances, que responden a las propuestas que votaron los lavianeses aquel 2011. La primera, los pueblos de Laviana. Más de un millón de euros invertidos en estos dos años, en obras como mejora de 27 carreteras locales, asfaltados, reforzamiento de muros, saneamientos, traídas de agua… También con la creación de la brigada rural, que tan buen recuerdo ha dejado. Hemos consolidado nuestras políticas sociales como la clave de nuestro presupuesto. Hemos mantenido servicios y el empleo actualmente existente. Hemos avanzado en las políticas culturales y de participación de la ciudadanía. Hemos conseguido aprobar definitivamente el Plan General de Ordenación Urbana. Estamos trabajando en sectores, como la Hostelería, con ideas nuevas, sin olvidarnos de los emprendedores. Y hemos mantenido nuestra apuesta por la Igualdad, el Deporte, la Educación…

En conclusión y así se lo diré a la Comisión Ejecutiva Municipal de los socialistas de Laviana, con la que me reuniré en la tarde de hoy: dos años duros, durísimos. Duros para nuestros vecinos y vecinas. Duros también para el Gobierno Local de Laviana. Pero dos años de resistir y de convencerse que resistir, es vencer. Dos años luchando por cumplir con nuestro proyecto y, sobre todo, con responder a la ciudadanía lavianesa. Pero aún quedan otros dos años. Lo hecho, no es suficiente. Vamos a construir más. A mejorar nuestros servicios públicos. A seguir trabajando con los sectores económicos emergentes. A seguir trabajando en y con los pueblos de Laviana…

Mis últimas palabras son de gratitud. Gratitud para el Gobierno Local de Laviana. Para Julio, Ana, Inés, Anina, Enrique, Sara y David (sin olvidarme de Justo). Y gratitud, sobre todo, para quiénes nos votaron, quiénes nos apoyaron y quiénes siguen confiando en nosotros.

31.5.13

a diez años vista…



El 14 de junio de 2003 fallecía, a los 73 años, Emilio Barbón. Lavianés ejemplar, protagonista de la lucha contra la dictadura, político modelo, socialista comprometido y ciudadano de bien. Uno de los grandes lavianeses que había dado el siglo XX en nuestro concejo.

De aquel 14 de junio se cumplen, precisamente, diez años. Diez años de radicales cambios, diez años de evolución permanente. Diez años que, sin duda, han sido trascendentales para la historia de nuestro país.

Para mí esos diez años siempre van ligados a recuerdos personales. El primero, a la propia figura de Emilio Barbón, al que siempre he considerado uno de los grandes del socialismo asturiano. La historia del socialismo se construye de la suma de cientos de miles de hombres y mujeres que van dejando su huella, su impronta, en el PSOE. Pero es cierto que hay compañeros y compañeras que brillan con luz propia, que marcan tendencia, que ejemplifican caminos. Emilio fue uno de ellos. Lo conocí a través de otro de los grandes, Pablo García, actual Presidente de la FSA-PSOE, cuando era un militante recién llegado a las Juventudes Socialistas. Emilio Barbón era ya, entonces, historia viva, leyenda. De todos aquellos encuentros, de escuchar a Emilio, de su visión política de las cosas, guardo gran recuerdo.

Pero hay más. La muerte de Emilio coincide en el tiempo con mi entrada en el Ayuntamiento de Laviana. El día de nuestra toma de posesión, coincide con el fallecimiento de Emilio. Diez años, por tanto, en los que el recuerdo a Emilio va ligado permanentemente a mi compromiso municipal.
La última intervención pública que recuerdo de Emilio Barbón fue coincidiendo con los cien años del socialismo lavianés, en octubre-noviembre de 2002. Como todas las suyas, dejaba ver en ella una gran visión histórica del socialismo pero sobre todo, era una intervención para el futuro, para lo que estaba por venir… 

Hoy el recuerdo a Emilio lo protagoniza su extensa familia, sus sobrinos, tíos y primos. Sus amigos. Sus compañeros. Y como no, la Fundación que lleva su nombre. Han pasado diez años pero la estela del recuerdo de Emilio llega hasta hoy y se prolonga, con fuerza, hacia ese futuro con el que Emilio Barbón siempre soñó.

*artículo publicado en La Cuenca del Nalón del mes de junio

22.4.13

la semana de la memoria

21 de abril de 2013. Conmemoración del setenta y cinco aniversario del fusilamiento de trece personas -diez hombres y tres mujeres- en el cementerio de Tiraña, en Laviana. Con este emotivo acto, organizado por los familiares de los allí asesinados, los socialistas de Laviana dimos por concluidas nuestras jornadas de la memoria.

Mucha gente nos pregunta -y me pregunta- porqué recordamos. En el caso de los socialistas de Laviana el recuerdo va dentro de nuestro código genético. Cuando pocos hablaban de la memoria histórica, nosotros ya reivindicábamos nuestra capacidad de recordar. Lo hacíamos, fundamentalmente, con el acto de Funeres. A ello hemos ido sumando nuevas iniciativas que nos sirven para recordar con cariño, sin caer en rencores ni revanchas. Buscamos la justicia del recuerdo. La paz de los muertos...

Nuestras jornadas arrancaron el 14 de abril, día eminentemente republicano, en la Casa del Pueblo de Barredos. Luego vendrían dos charlas. Una, el encuentro de personas que formaron parte del grupo de Barredos. Otra, sobre les carboneres.

Y el viernes nuestra tradicional cena-homenaje, dónde reivindicamos la trayectoria de cuatro veteranos militantes socialistas de Laviana, ejemplares en su acción política y compromiso con el PSOE. Los cuatro homenajeados este año fueron Antonio Suárez, Luis Naredo, Adolfo Gómez Troteaga y Loli Alas. También aprovechamos para nombrar militante de honor de nuestra Agrupación a un joven muy amigo nuestro: Iván Vázquez Novo.

La semana de la memoria ha concluido. Lo ha hecho por este año. Pero el recuerdo no se pierde. Quizás todo lo que sentimos se resuma en una frase que, no hace mucho, escuché en una película en la televisión: " "nadie puede devolverles la vida. Pero podemos evitar que se la vuelvan a quitar con el olvido"

Así es.

25.2.13

¿historia de película o película de historia?

Creo recordar que en este blog ya comenté en varias ocasiones que me gusta el cine. Casi diría que me gustan todo tipo de películas. Pero hay algunas -es lógico- que me dejan huella. Que me marcan. Que no me dejan indiferente... Este fin de semana he vuelto al cine y he tenido la oportunidad de ver dos películas que, sencillamente -y en mi opinión- merece la pena ver.

La primera, Lincoln. Narra una parte de la historia de los Estados Unidos turbulenta, en el marco de la conocida como guerra de secesión (el Sur contra el Norte, que dirían algunos). Narra, claro está, una parte de la vida del Presidente Abraham Lincoln. La enmarcada en ese difícil período de guerra civil pero también en algo histórico: la lucha contra la esclavitud. Y en concreto, merece la pena la película para ver la maquinaria política americana en plena acción, en el marco del debate de la aprobación de la decimotercera enmienda constitucional. Quién conozca poco la historia americana y se centre más en el presente se sorprenderá al ver que los Demócratas, a los que hoy vemos como garantes de los derechos sociales de las minorías, eran quiénes más furibundamente se oponían al fin de la esclavitud... También llamará la atención, estoy seguro, los equilibrios que tuvo que hacer el propio Presidente para que su partido, el Republicano, avalara de forma unánime, con su voto, dicha enmienda. Y todo hay que decirlo, vemos como el Presidente y sus colaboradores utilizan todo tipo de estrategias para conseguir su objetivo (algunas no muy puras que digamos). Aquí volveríamos a aquello de: ¿el fin justifica los medios?

La segunda, ARGO. Se centra en un acontecimiento también real, como fue la ocupación de la embajada de Estados Unidos en Teherán el 4 de noviembre de 1979. Irán había vivido un cambio revolucionario. De una monarquía corrupta y decrépita había pasado a ser una república islámica donde el poder supremo lo asumió un gran ayatolá. Ahora bien, la película no se centra en ese hecho histórico, sino en una línea colateral. Seis trabajadores de la embajada americana pudieron huir ese 4 de noviembre y permanecieron muchos días refugiados en la casa del embajador de Canadá. La película cuenta el rescate de esas seis personas, dramatizado hasta el extremo de que casi me llego a comer mis propios dedos... Varias reflexiones al respecto. Uno, el peligro de los fanatismos religiosos. La imagen de hombres ahorcados en grúas podrían parecernos imágenes de aquellos tiempos. Sin embargo y por desgracia, aún hoy siguen existiendo. Dos, la salvación de personas gracias a la disposición a sacrificarse de otras (no sólo el embajador y su esposa, sino también trabajadores de la propia embajada de Canadá). Tres y muy importante, para evitar mayores complicaciones al resto de rehenes, el mensaje oficial fue que la salida de esos rehenes había sido gracias al Gobierno de Canadá, quedando el de Estados Unidos totalmente al margen. Pues bien, ahí me gustaría destacar algo. Carter, entonces Presidente, tuvo en la crisis de Teherán uno de sus principales puntos débiles, favoreciendo la rotunda victoria electoral de Reagen. Si hubiera dicho la verdad -sólo eso, la verdad- de la participación americana en el rescate, eso le habría fortalecido electoralmente. Pero claro, evitó con ello un mal mayor: poner en riesgo la vida del resto de rehenes americanos. Carter hizo lo que tenía que hacer aunque, seguramente, ello le costó la Presidencia...

Dos películas, dos, que no son una historia de película sino películas basadas en la historia... Y que sin duda, os recomiendo ver.

21.2.13

reivindicando la comunidad

Vivimos en un mundo en el que se habla mucho del "yo" y muy poco del "nosotros". Los avances de las últimas décadas nos han llevado, sin embargo, a un retroceso sin precedentes: la pérdida del espíritu de lo común, del ser grupo, del ser nosotros y nosotras... Hemos dado tantas alas al indivualismo que lo colectivo se ha quedado arrinconado, en una esquina de la historia, sin posibilidad a emerger. Lo individual prima sobre lo colectivo. Nos preocupa única y exclusivamente lo que nos pase a cada uno de nosotros -y todo lo más, lo que les pase a los más cercanos a cada uno de nosotros-. Hemos perdido la capacidad de ver más allá de nuestro propio dolor y sentir también dolor por nuestros semejantes. Hemos perdido, en fin, los rasgos más característicos del ser humano: nuestra propia humanidad.

Ya sé que algunos dirán o diréis que esa es mi visión de las cosas o que se trata de un pensamiento subjetivo. Puede ser. Por desgracia yo, que no soy nada pesimista -y que he luchado siempre contra aquellas personas que sólo saben hacer reivindicación de lo negativo, sin una aportación positiva- creo que no puedo negar la realidad de las cosas que veo y vivo. Que vemos y vivimos cada uno de nosotros.

Nuestra sociedad está enferma. Y su enfermedad se llama individualismo. Y detectada la enfermedad, localizada ésta, es el momento de actuar, de tratar de ponerle cura. De buscar el remedio.

Y para darle un remedio a esta enfermedad sólo tenemos un camino: reivindicar el espíritu comunitario. Reivindicar el "ser comunidad". Es decir, no ser una agrupación de individuos sin más sino reconocer que, por debajo de todo ello, fluye algo común: nuestra humanidad. Hoy hago así una reivindicación del bien común, del humanismo, del compartir el dolor de los demás. Y para ello, el mejor instrumento que tenemos es ser apostoles de este cambio en nuestras propias vidas... Este planteamiento, esta vuelta al espíritu comunitario, esta lucha contra el individualismo, no da popularidad. De ello estoy seguro. Pero no dando popularidad, es la única manera de dar futuro. De dar futuro a una sociedad que o se encuentra así misma, o reivindica lo común, o acabará disolviéndose por el egoismo de los intereses estrictamente personales.

Así lo veo. Y sé, estoy seguro, que así lo vemos muchos. Es necesario dejar de lado tanta preocupación indivual, tanto "¿qué hay de lo mío?" y empezar a pensar, de nuevo, en: ¿qué hay de lo de todos?

13.2.13

¿podemos ser insensibles al dolor humano?

Vivimos, es cierto, en el siglo de la comunicación. Comunicación masiva que no significa, siempre, mejor calidad de información, aunque es cierto que nos permite una mayor libertad para buscarla. Cada día, nos encontramos con cientos de informaciones que, en ocasiones, hacen que perdamos de vista la realidad de las cosas. Que perdamos de vista la verdad. Es cierto, hemos renunciado a la búsqueda de la verdad y hemos caído, de lleno, en la plenitud de lo relativo.

Pero esto no puede ser así. Hay elementos que necesariamente nos hacen ser personas, ser seres humanos. Y uno de ellos es, sin duda, ser capaces de sentir el dolor de nuestros semejantes. Si perdemos esa capacidad, la capacidad de ponernos en el lugar de las otras personas, de sentir como ellas, de sufrir como ellas, entonces, habremos perdido toda nuestra humanidad.

Ayer martes tuvo lugar una tragedia que me conmovió y que se suma, por desgracia, a otras tragedias similares. Me refiero al suicidio de un matrimonio de ancianos que iban a ser desahuciados. Dos personas que seguramente habían luchado toda su vida para salir adelante y ante la amenaza judicial de un desahucio, consecuencia de la rapiña indecente de los bancos, ante esa perspectiva, optaron por el suicidio. Pienso en ellos y de verdad, no puedo evitar sentir que ellos no son para nosotros -no pueden ser- unos desconocidos, sino nuestros hermanos...

Sinceramente, no entiendo como se puede ser insensible al dolor humano. Como hemos llegado a ello. Como hemos renunciado a nuestra propia humanidad cegados por el poder, la acumulación de bienes, la riqueza, la afirmación del "yo" egoista y personal. Como hemos sido capaces de abandonar lo más importante que tenemos: el sentimiento de pertenecer a una comunidad.

Reflexionemos sobre ello. Llegarán cambios legislativos -espero- que den solución al drama de los desahucios pero... ¿llegarán esos mismos cambios en cada uno de nosotros, que nos permitan sentir y compartir el dolor de los demás?

29.1.13

en defensa de la minería

No se tratan de banderas ni colores. Se trata de sentimientos. Ahora es cuando tenemos que ser capaces de alzar la voz, de unir fuerzas, de aunar esfuerzos. Tenemos que dejar de lado todo debate entre partidos y centrarnos en lo realmente importante: defender los intereses y el futuro de las comarcas mineras.

No voy a negarlo porque todos lo sabemos. Llevamos meses de incertidumbres. Llevamos meses en los que los anuncios del Gobierno de España nos provocan temor pues aventuraban lo que al final se ha producido: adelantar el cierre completo de la actividad minera al desaparecer las ayudas a la producción del carbón.

Primero anunciaron la redución drástica de las ayudas a la producción. Luego, los primeros dramas humanos: el despido de los trabajadores de las subcontratas mineras. No tardando mucho tiempo los expedientes de regulación y los despidos en la minería privada. Y ya, ahora, con el fin de las ayudas a la producción que ha anunciado el Gobierno de España para el año 2015 nos situamos ante un panorama desolador: el fin de toda actividad minera. Miles de trabajadores al paro. Miles de familias que se enfrentarán al drama del desempleo.

Por eso, porque aún estamos a tiempo, tenemos que unirnos todas las personas que, desde las cuencas, sentimos y tenemos claro lo mucho que nos jugamos. No se trata de un debate de partidos, sino un debate de identidades. Es un debate entre quiénes tenemos claro que el carbón, los mineros y mineras, nuestras cuencas, tienen futuro y quiénes no creen en ello.

Por eso, hay que unir todos los esfuerzos posibles. Trabajadores, sindicatos mineros, alcaldes, concejales, partidos políticos, asociaciones, sociedad civil, todos y todas, remando en la misma dirección: la defensa del carbón. Estos días mantendremos, precisamente, un nuevo encuentro de trabajo una delegación de alcaldes mineros de ACOM (asociación de las comarcas mineras españolas) y una representación de los sindicatos, legítimos representantes de los trabajadores de la minería. Una oportunidad, una vez más, para expresar nuestro apoyo decidido, el de los alcaldes mineros, al futuro del carbón.

En ello va el futuro de nuestra tierra.